Aquí, a continuación, la historia del sueño que una vez tubo, paso por la mente inmensa e incansable de un niño, cuyo tesoro era eso mismo… Su sueño.
Ismael, miro al techo, un techo color azul, creyendo que sería blanco, siguió mirando, para poder entender porque no se volvía blanco. Se acordó que con su padre pintaron ese espacio, que él no estaba de acuerdo, pero por complacer a su querido padre, ayudo.
Dijo su padre: -Vez, un azul pacifico, el mar está en tu cuarto, algo tan inmenso, no se ira de aquí.
El sólo sonrió, y se volteo diciendo en su mente: - Otra vez, un color inerte y sin sentido para mí, el color que deseaba, era el que debería estar allí.
Decepcionado, fue a jugar, pues termino sus tareas y no quedaba más que hacer, su falta de iniciativa para comunicarse, se hacía explicita en él, no tenía más que expresar, ya que igual no se iba a tornar importante.
Después de eso, revivió el momento, y sin terminar de comprender el hecho de que no se esfumaba ese color, quiso dibujar en el, conquistar los barcos que navegaban, pero siempre una duda surgía; ¿Para qué navegar, siempre se hundirá el barco?, cuando creaba peses, estos se morían al rato, las islas se descerrajaban y desaparecían, no había un tan solo escenario que fuera victorioso, algo mas allá, que un cruel destino.
Por ende, no había otro remedio. Detestaba el azul… ese escandaloso océano, mar, aborrecía tal comparación, solo inventaba excusas para que ese paisaje, fuese nada más que su otra opción.
De tanto imaginar se quedo dormido… y consigo, llego la madrugada.
Continuara…